Seguidores

sábado, 23 de octubre de 2010

free counters

La Venta la Chata

LA VENTA "LA CHATA" EN CALPE


Hasta hace apenas unas pocas décadas, muchos alicantinos huérfanos de autopista, encontraron lugar para hacer un alto en el camino en esta popular venta, situada entre las poblaciones de Calpe y Benissa.
¡Qué interminables y tortuosos se hacían los viajes de entonces!
El mismo año que moría la tía, el servicio de viajeros y correos que se detenía en la venta, pasó a prestarse por una compañía de diligencias que partían desde Ondara con dirección a Alicante. Las protestas de los usuarios eran continuas por la falta de puntualidad del horario de servicio, y la gran polvareda levantada por las condiciones del servicio, y estado de las tartanas que en muchos casos adolecían de cristales. El accidentado paso del Collado de Calpe, junto al Mascarat, obligaba a abandonar el carruaje pues debido a los numerosos accidentes, la subida y bajada del puerto debía de realizarse con el pasaje a pie; esto nos da idea de lo accidentado y penoso del trayecto.
En este mismo año se realizaron las obras de habilitación de un camino interino para salvar la dura ruta del Mascarat, aunque, las circunstancias no mejorarían hasta 1885, en que fue construido el puente y los túneles del impresionante estrecho. Un año más tarde el puente sería derrumbado por una fuerte avalancha de aguas motivada por un gran temporal.

Miguel Cabrera Femenía, nacido en 1841 del matrimonio de Francisco y Josefa se hizo cargo del negocio familiar, explotando el negocio como Venta de Cabrera, según aparece en el Plano de Coello, publicado en 1859. Miguel casó con Josefa Bañuls Bertomeu «del Pí», emparentada con los Bañuls de la Cometa. Francisco Cabrera Bañuls, nieto de los dueños originarios, mantuvo la venta en uso durante todo el primer tercio del siglo XX, simultaneando su dedicación con las labores propias del campo, ya que el establecimiento se encontraba edificado sobre un trozo de tierra arbolada de unas quince hanegadas.
A pesar de la falta de antecedentes documentales, incluso de origen familiar por tradición oral, podemos imaginar por las imponentes portaladas que aún se conservan, que la Venta debió de tener su importancia, estando acondicionada para albergar carros y tartanas de cierta envergadura. Sabemos que fue parada de postas, depósito de correos, y que tras sucesivas reformas y ampliaciones mejoró sus servicios para acomodarse a los nuevos tiempos. Originariamente ofrecería calor de hogar y refrigerio para transeúntes, pues sus alcobas serían contadas, sus dimensiones exiguas, y el trato sería el familiar propio de un establecimiento dispuesto para un limitado número de huéspedes.
Durante su larga vida, sería lugar de cita para el veterinario, el herrador y el maestro de aixa, profesiones ligadas a la vida propia de un albergue sometido al trasiego de viajeros, carruajes y caballerías.

En 1905 el servicio no había mejorado en demasía, y era cubierto por la empresa de coches diligencia del Vergel, que prestaba comunicación hasta la capital alicantina. Las quejas eran constantes en cuanto al precio del pasaje, rapidez y calidad de los vehículos. Pequeños empresarios de Benissa, y Altea se combinaron para ofrecer una prestación alternativa a lo que la compañía del Vergel respondió con fuertes reducciones en los precios. Eliminada la competencia de pasajes fueron debidamente incrementados. El horario de las diligencias provocaba continuas molestias y gastos a los viajeros pues las interminables paradas del trayecto extendían la duración del mismo, de Calpe a Alicante, a más de 12 horas. El precio del billete excedía las 4 pesetas.
Hasta la instalación del tren de la Marina en 1915, el transporte de la correspondencia lo realizaba la diligencia, que pasaba por la venta sobre las tres de la madrugada, en dirección a Alicante procedente de Vergel, hasta cuya localidad habían sido transportados correo y pasajeros por el tren Valencia- Denia. A las doce de la mañana pasaba otra diligencia en sentido contrario. El encargado de recoger y llevar la saca de la correspondencia de Calpe subía para tal fin- andando- a dicho lugar con su bolsa de cuero y una "media de veinte cartas diarias".

Hoy el establecimiento continúa abierto al público, dirigido por los descendientes directos de los dueños originales. Su jardín romántico y sus entrañables y añosas salas, siguen siendo retiro acogedor para el solaz de espíritu. La centenaria venta de la Chata ha sido testigo mudo durante algo menos de dos siglos del trasiego incesante del camino. Y en este punto de conexión entre la larga vía que transcurre y pasa, y la todavía blanca fachada que sienta y permanece, se disparan hoy, virtualmente, las incontables y eternas imágenes de sucesos olvidados y personas desaparecidas. Ese camino que antaño fuera angosto y polvoriento, es en la actualidad una importante y moderna arteria plena de velocidad y ruido.
A muchos nos sobrevivirá si no a todos, al amparo del propio camino que la vio nacer y que dio sentido a su existencia.

José Luís Luri Prieto






viernes, 22 de octubre de 2010

Calpe, años 1940-50

APUNTES DE LA VIDA CALPINA EN LOS AÑOS 1940-50


Los años 40 trajeron consigo una vuelta a muchos aspectos de la vida religiosa. El número de personas que asistía a misa aumentó, se reconstruyeron muchos edificios religiosos y subieron todos los índices relacionados con la práctica religiosa. En 1942 estaban en pleno apogeo las nuevas misiones populares dedicadas a la cristianización masiva, que continuarían funcionando durante más de una década. Se edificaron seminarios por toda España, aunque el número de seminaristas no creció de forma destacada hasta 1945, después de que esta nueva religiosidad tuviera tiempo de asentarse.
Uno de los aspectos más asombrosos de la España de la posguerra fue la nueva introducción de ritos religiosos en los aspectos más formales de la vida.


La religión era un elemento natural de la vida social; las Navidades con los Belenes y las cabalgatas de los Reyes Magos; las conferencias cuaresmales y ejercicios espirituales abiertos o cerrados; novenas; las procesiones de Semana Santa; las procesiones eucarísticas y para el viático a los enfermos; los rosarios de la aurora; las procesiones del Sagrado Corazón de Jesús; las romerías a la Virgen; las fiestas de la Patrona, los actos religiosos de cofradías y hermandades... Todo el año estaba acompañado de alguna manifestación religiosa pública.
Estaba muy mal visto el trabajar en el campo los domingos, incluso llegando a prohibirlo.
Los que antes eran indiferentes ahora oían misa y observaban ciertos ritos ya fuera por la presión, por conveniencia, por convicción o por un nuevo sentido de conformismo social.
A principios de los cuarenta se editaba en Calpe un Semanario Parroquial confeccionado por el cura Vicente Llopis. Eran los años de una fuerte emigración de nuestros pescadores hacia los puertos de Andalucía. Principalmente, Málaga, Puerto de Sta. María, Huelva etc., En estas hojas parroquiales se daba cuenta de las pocas noticias que sucedían en Calpe en aquellos años; arreglos de alguna calle, nacimientos, defunciones y cualquier noticia de interés para nuestra localidad. Naturalmente, las consignas sobre la moral por parte del señor cura eran frecuentes.
A principios del mes de Octubre de 1943 se lamentaban de que “ De los noventa y tantos barcos que tenemos, sólo once (cuatro veleros y siete motores) pescaran este año en Calpe, y quizá en día no lejano sintamos el dolor de vernos privados de todos. Así se explica la escasa población de Calpe, que pudiendo tener más de 4.000 almas, no llega en la actualidad a las 2.000”.
En Enero de 1944 nos visitó el Ministro de Gracia y Justicia que se alojó en el Parador de Ifach “ con un distinguido y nutrido séquito”. El día de reyes el Ministro asistió a misa de 12. Ese día las barcas salieron a faenar, cosa que no fue de agrado del señor cura. “Con honda pena vimos salir a pescar el día de Reyes, siendo de precepto y teniendo al Ministro en casa. ¡ Que inconsecuencia! Sólo pueden pescar unos ocho días al mes; casi siempre están amarradas, y sin embargo, con frecuencia vemos que salen en días de precepto. ¿Y la lógica? ¿Y el sentido común? La presencia del señor Ministro no fue motivo suficiente para hacer desistir a los dueños de las embarcaciones y patrones de este descabellado propósito.”
“La ley de 13-VII-40 sobre el descanso dominical, en su artículo cuarto apartado f) sólo permite en día de precepto la pesca de temporada, y el arrastre no es de esta clase.”
“La ley divina y la humana lo prohíben. El señor Cura ha estado un año insistiendo sobre lo mismo en la predicación parroquial y campaña pro santificación de fiestas. ¡Todo es inútil! Fracasada la ley de Dios y de los hombres, desobedecido el Párroco y burladas las circunstancias”. Sin embargo el señor Ministro “había quedado hondamente impresionado al ver que todos los fieles participaban en la liturgia.”
En Marzo del 44, el párroco clamaba contra los familiares de algunos enfermos que le impedían visitar a estos. “En este apostolado hemos recibido las más vergonzosas humillaciones. Familias que se tienen por cristianas, nos han prohibido la entrada a los enfermos. Muchas veces, ya en la puerta de la habitación, se nos ha ahuyentado como si fuéramos la misma muerte. “Si usted entrara se moriría el enfermo.” “ No hable fuerte para que el paciente no lo oiga.” “Es muy nervioso y la vista de la sotana le daría un ataque.” “No suba, que todavía está en sus sentidos cabales”, etc., etc.
Estas y otras expresiones más vergonzosas y repugnantes hemos tenido que soportar por amor a las almas.”
En Febrero de 1945 nuestro párroco hacia una serie de recomendaciones a los calpinos; una de las más curiosas es la referente a montar en bicicleta por parte de las féminas. Dice así; “Sólo como medio necesario de locomoción se permite a la mujer subir en bicicleta. La modestia cristiana y el recato femenino, condenan la práctica contraria. Una dolorosa realidad nos dice que en los pueblos pequeños el paso de una mujer en bicicleta levanta una gran polvareda de requiebros y conversaciones indecentes en los hombres, críticas en las gentes y justas protestas en los temerosos de Dios. No, usted no consienta nunca que sus hijas suban y se confundan con las más o menos, ¿eh? Cómpreles devocionarios y no bicicletas.”
Una muy conocida señora de nuestra villa recibió amenazas de excomunión por parte del párroco por montar en bicicleta en reiteradas ocasiones haciendo caso omiso a las recomendaciones del cura.
La mujeres no podían asistir a misa sin mangas o sin medias y mucho menos, sin cubrirse la cabeza.
Otras “recomendaciones” por parte del párroco eran; que los novios “van agarrados de la mano o del brazo, por la calle, con evidente daño de la decencia pública y peligro de tentaciones impuras para los mismos actores y para los jóvenes y niños.”
Más adelante manifiesta; “Pecan los padres que consienten que los novios vayan solos por lugares apartados y desiertos, y más todavía cuando han caído las sombras de la noche. En nombre de Dios exigimos que los padres abran los ojos y tengan muy en cuenta los graves peligros a que exponen a sus hijos cuando los dejan asistir, solos, a los cinematógrafos o a películas que la censura religiosa señala como impropias para ellos.”
En lo referente a los bailes; “Los bailes, en sí, son ciertamente indiferentes, es decir, ni buenos ni malos. Pero, según se realizan en nuestros tiempos, nunca están completamente inmunes de peligro de pecado. El trato más libre entre personas de diverso sexo, el acercamiento de los cuerpos de hombre y mujer, el tocamiento de manos, la excitación de los nervios por el uso de las bebidas alcohólicas, la oscuridad de la noche etc...,siempre llevan peligro... Por tanto, se deben desaconsejar a todos.”
Y no digamos bañarse ambos sexos juntos. “Hemos podido comprobar que, en las piscinas, se cometen especiales abusos contra la moral. Mientras no se señalen horarios o piscinas distintas para hombres y mujeres, la asistencia de los católicos a ellas constituye una abominación execrable a los ojos de Dios y de la Iglesia.”
Nos preguntamos que pensaría el reverendo Llopis si se paseara por las playas e incluso por las calles calpinas y viera señoras en bikini que folleto en mano admiraran nuestra población. Aunque peor lo pasarían nuestros abuelos que 40 años antes de estas ordenanzas, se tenían que conformar con ver una rodilla o que una mujer levantara el brazo sin depilar imaginándose cosas.

Andrés Ortolá Tomás






¿Calpe o Calp?

Sobre los orígenes del topónimo Calpe existen algunas opiniones que, quizás no sea yo el más indicado para dudar de su exactitud. Pero, si es cierto que algunas de las versiones, y puede que la más extendida sea la de Vicente Llopis, que en su libro Calpe editado por vez primera en 1947, sostiene que los orígenes de Calpe pueden ser de origen fenicio; "la antiquísima ciudad de Calpe, en las proximidades de la actual villa y junto a Ifach, puede ser muy bien una de aquellas fundaciones, dados los indicios que encontramos en la historia, y la semejanza admirable de la topografía de ambos Calpe, el andaluz y el levantino".
Hace unos 10 años a raíz de la lectura de unos textos del Dr. Luis Pericot - una de las primeras figuras de la prehistoria mundial- encontré (refiriéndose a nuestro Calpe) lo que sigue; “debió recibir de los navegantes foceos la misma denominación de Calpe que tuvo el Peñón de Gibraltar y otro de forma semejante de la costa del Mar Negro, denominación que en el lugar de Ifach se conserva todavía”

Imagínense mi sorpresa, yo sólo conocía dos Calpe en la antigüedad, el Calpe de Gibraltar llamado así hasta el siglo VIII en que cambia el nombre por la invasión de los norteafricanos al mando del general Tariq ibn Ziyad que concentro sus tropas en el peñón para invadir España y el nuestro. El conocimiento de este “nuevo” Calpe hizo que iniciara una serie de investigaciones para localizar el país en que se encontraba, finalmente supe que estaba en la actual Turquía. Posteriormente localicé el diario escrito por Jenofonte en el que explica su recorrido por la costa del Mar Negro ( el Ponto Euxino de los romanos) en el 400 a.C. y en el que pasa por este Calpe y lo describe así..."el puerto de Calpe se halla a mitad de camino de una a otra ciudad, navegando desde Heraclea o desde Bizancio, y adelantado en el mar hay un monte, el puerto está al pie de la roca misma, con la playa en dirección a poniente. Hay una fuente de agua dulce y que mana copiosamente sobre el propio mar, bajo el dominio del promontorio."
En 1999 fui en busca del lugar y a pesar de que recorrí una franja de costa de unos 200 kilómetros desde Estambul hacía Heraclea no lo encontré. En el 2001 en un nuevo viaje si lo descubrí. Kerpe es el nombre con el que se le conoce en la actualidad.
¿Qué tiene que ver este Calpe con el nuestro? Siguiendo la tesis del doctor Pericot puede que fuera fundado por los mismos colonos que establecieron entre otras; Niza, Marsella, Ampurias, Villajoyosa, Alicante Etc,.. El Calpe de Jenofonte era un asentamiento griego y la colonización griega en el extremo occidental del Mediterráneo presenta algunas analogías y un paralelismo importantes con la del mar Negro durante los siglos VII y V a. C., esta colonización del Mediterráneo es casi contemporánea en el tiempo a la del mar Negro. Véase.. Los griegos en la península ibérica, de José Mª Blazquez y The greeks overseas de J. Boarman.
Hacia el 600 antes de Cristo, los griegos focenses son la potencia marítima más importante y sus expediciones por mar coinciden con el periodo de apoyo a Tartesos. Iniciaron sus primeras rutas marítimas haciendo navegación de cabotaje. Hemeroskopeion era en nuestra comarca el primer punto de escala para las naves que de Sicilia o del sur de Italia, atravesaban el Mediterráneo occidental tocando en el puente de islas formado por Cerdeña y las tres Baleares.

Hemeroskopeion significa "Atalaya Diurna" y podría ser la zona del Peñón de Ifach. Otros autores la sitúan en Javea o Denia. Aunque la arqueología no ha podido demostrar el lugar exacto.
Avieno en su poema la Ora Marítima nos dice que Calpe es palabra griega -vaso o urna- y es el nombre que usaban en Grecia para designar a un vaso cóncavo o redondo. Un nombre que por otra parte, aparece en las fuentes literarias para designar un monte o como topónimo correspondiente a una ciudad o un asentamiento. Así como Gibraltar e Ifach son peñones muy similares, no la hay en el antiguo Calpe del Mar Negro, con lo cual y dada la relevancia de esta población en los mapas antiguos, no parece deberse esta denominación a los peñones.
Cicerón en una carta cita a Calpe (Gibraltar) como puerto de refugio y Estrabon en su Geografía nombra el Calpe gibraltareño y no así el nuestro. En su escudo están las palabras Montis Insignia Calpe .
Hasta ahí, tenemos algunas de las referencias escritas en la antigüedad y todas ellas referidas al Calpe del estrecho. ¿Quiere esto decir que el Calpe de Ifach no existía en aquella época, o sólo era un mero hito geográfico sin importancia?.¿No es demasiada casualidad el que los tres asentamientos tuvieran el mismo nombre? La pregunta queda en el aire.
¿Sería posible el que los colonos griegos del Ponto Euxino que ya conocían el procedimiento de la conserva del atún vinieran por esta zona y colonizaran antes que los romanos los Baños de la Reina?


Los Baños de la Reina de Calpe era una de estas factorías de salazón y la creación de salinas, muy relacionada con esta industria. ¿Existía ya la factoría de los Baños de la Reina en esta época?. La pesca del atún, o del mújol fue la principal fuente de riqueza de muchas colonias griegas. No hay que olvidar que el pan, la pesca, el aceite y el vino eran la dieta alimenticia de todo el mundo, tanto de ricos como de pobres. Se hacía un alto consumo de pescado salado, selecto y seco. En la costa también se construían viveros excavados en la roca para conservar peces vivos (como los de Calpe) Plinio el Viejo, que fue procurador de la Provincia Tarraconense a comienzos de la época flavia recoge la noticia de que Licinius Murena fue el primero que tuvo viveros de peces. Y menciona estos viveros en las costas meridionales de Hispania.
La pesca y la cría de peces reportaba beneficios cuantiosos a los dueños y era una fabulosa fuente de ingresos para Roma. La pesca daba de comer a mucha gente. Los pobres vivían en gran medida del pescado salado y seco.
De estos textos se deducen varias conclusiones importantes, como que las mejores familias de Roma tenían viveros de peces. Con la venta del pescado hacían lucrativos negocios, pues Plinio termina su párrafo afirmando que, a la muerte de Lucullo, el pescado que había en sus viveros alcanzó la suma de cuatro millones de sestercios, lo que es una cifra fabulosa. Debían ser especies raras y comida de lujo en las mesas acaudaladas. Todo esto concuerda con las fastuosas villas romanas construidas en la zona del molino del Morelló.

Quizás, nunca lleguemos a saber si el nombre de Calpe es en realidad fenicio o griego.
Demostrarlo completamente está, yo creo, fuera de las posibilidades de la historia y la arqueología de hoy.
Dejemos estas suposiciones-que aunque fundadas no dan pie para más- y vayamos a los textos de carácter histórico.
El primer documento del que tenemos noticia del nombre de Calp es el tratado de Cazola (Soria) signado el 20 de Marzo de 1178 entre el rey Alfonso II de Aragón y Alfonso VIII de Castilla. Este tratado define el límite aproximado que surgirá en el siglo XIII entre los reinos de Castilla y la Corona de Aragón “et vadit usque ad Calp” Calpe queda -junto con todo el territorio de Denia- bajo dominio aragonés. El tratado de Almizra (1244) confirmaría esta integración de Calpe en la corona de Aragón.
El resto es historia.

Andrés Ortolá Tomás







Las salinas de Calpe

Asegurarse el suministro de sal fue una de las mayores preocupaciones en todas las culturas y esta es una de las razones que hicieron de las riberas del Mediterráneo la cuna de la civilización. Roma y su cultura estuvieron muy ligadas al suministro de sal. En los primeros tiempos de la ciudad eterna, a cada soldado se le entregaba diariamente un puñado de sal para su abastecimiento, y fue así como se empezó a utilizar la palabra salario.

De hecho, el desenvolvimiento humano está ligado a las posibilidades de su aprovechamiento de sal. Antiguamente fue símbolo de hospitalidad y se ofrecía a los huéspedes junto con el pan y durante siglos la sal ha sido producto indispensable para la alimentación humana. La sal era y es, un artículo de muchísima importancia, no sólo como condimento, sino también como principal medio empleado en la cura del pescado, la salazón de la carne, en la preparación del pan o en áreas más deprimidas incluso como sustituto de las especias. Modernamente, la sal tiene infinidad de usos industriales.

La importancia y antigüedad de nuestras salinas lo confirman las instalaciones de salazón de época romana de los Baños de la Reina. En aquellas fechas el uso de la sal era primordial para la factoría de salazón del Morelló. No olvidemos que en dicha factoría necesitaban grandes cantidades de sal para conservar y sazonar el pescado y para la fabricación del garum, salsa que los antiguos y especialmente los romanos apreciaban sobremanera y que se confeccionaba con las vísceras y la carne de los pescados, como el atún, entre otros. Su proceso de fabricación consistía en la inmersión de las vísceras e intestinos del pescado en una solución salina saturada y su posterior fermentación favorecida por la acción de los rayos solares.
Por nuestra parte, existe un desconocimiento total del funcionamiento de la salina en los siglos posteriores a los romanos, la falta de documentación específica nos impide conocer lo sucedido en aquella época. No sabemos si estas salinas llegaron a formar parte del patrimonio del obispado visigodo de Denia, ni tampoco si los árabes las utilizaron plenamente, aunque debido a la necesidad de sal existente en todas las épocas y siendo la sal un producto de gran demanda, suponemos que algún tipo de explotación existiría, ya que a pesar de que la capacidad de fabricar sal en el Reino de Valencia era grande, no era lo suficientemente importante como para cubrir las necesidades que demandaba la población o la incipiente industria de curtidos o salazón. Las primeras noticias que nos llegan se establecen desde la conquista del Reino de Valencia por el rey Jaime I cuando en 1240 el rey determina los precios y lugares donde se podía comerciar con la sal.

El 13 de Junio de 1260 en documento firmado en Barcelona el rey Jaime concede las salinas de Calpe a Bernat de Clora y los suyos a condición de que entreguen a la corona, las 4/5 partes de toda la sal y de todos los derechos que en adelante produjeren. A este respecto, es muy aclaratorio el documento firmado por el rey en Egea el 29 de Noviembre de 1263 arrendando las salinas a Guillermo de Narbona, militar, por cinco años; dejando a favor del arrendatario el aumento de los derechos y utilidades si los hubiere, con tal de que este respete los fueros de los cristianos y el modo de tributar de los sarracenos; comprometiéndose el rey Jaime, por su parte, a obligar a todos los habitantes del reino “ultra” el Jucar, a que se aprovisionen solamente de la sal de las salinas de Castellón y de Calpe.
Con posterioridad, en el año 1364 el Conde de Denia arrienda las salinas calpinas a Guillem Buigues
En una esfera más prosaica, la sal ha dado motivo a los mayores abusos. Como quiera que es una materia indispensable, los reyes pensaron inmediatamente en venderla en provecho propio y luego la impusieron a sus súbditos. José Hinojosa en su obra Las salinas del mediodía alicantino a fines de la Edad Media nos cuenta; “ Lo importante para la monarquía y sus súbditos en el tema de la sal era conseguir unos precios fijos y unas demarcaciones fijas, unas gabelas en las que se centralizara y se pudiera controlar -teóricamente- la expedición de sal, evitándose los fraudes en el pago de los impuestos, introducción de sal foránea o de particulares. Normas que se repetían continuamente en fueros y actos de Corte, pero a las que no se conseguía poner coto. Fernando el Católico dio, en este sentido, una pragmática el 17 de Marzo de 1488, que fue la piedra angular de la explotación y comercio de la sal en años futuros. El objetivo era evitar la introducción de sal extranjera y los fraudes con la sal del reino, castigándose con la pena de muerte y perdida de bienes las infracciones. Se ordenaba la destrucción de todas las salinas particulares, salvo las gabelas reales, cuyo número se fijó en nueve: Valencia, Xátiva, Alzira, Burriana, Peñiscola, Cullera Villajoyosa, Alicante y Orihuela, las únicas autorizadas a expender sal a los naturales del reino. Las gabelas eran propiedad de la Corona, dirigidas y administradas por personas de nombramiento real. Los vecinos sólo podían proveerse de la sal ordenada y a los precios y con las medidas estipuladas. Lo que Fernando el Católico buscaba era engrosar las arcas reales con una buena gestión de la explotación de la sal, lo que tuvo su reflejo en los arrendamientos de dichas salinas. La realidad es que la imposibilidad de las salinas reales de suministrar sal suficiente a las poblaciones del reino hizo que volvieran a reaparecer las salinas particulares.”
El impuesto sobre la sal llamado gabela, nació de este modo y constituyó una de las más onerosas servidumbres fiscales. Este impuesto fue remodelado por las Cortes en 1510 asignándose a cada casa un real de sal y por cada cien cabezas de ganado, dos reales, toda persona, hasta los niños, venía obligada a comprar en una determinada salina una cantidad estipulada de sal, dándose el caso de que algunas poblaciones en épocas de catástrofes o hambrunas no podían asumir el acopio de sal que se les obligaba a adquirir, recurriendo a la benevolencia del Arrendador General de Salinas del Reino para que la cantidad asignada fuese menor.
El transporte de sal desde Calpe se efectuaba mayoritariamente por mar con el consiguiente peligro pirático que solían asaltar las barcazas, tanto es así que el Cónsul de Holanda en misiva dirigida al Director General de Rentas Generales fechada el día 30 Junio de 1755 se queja del peligro de los berberiscos que frecuentemente infectan aquellas costas.

El transporte por tierra era prácticamente nulo, los caminos todos de herradura e impracticables la mayor parte del año permitían solamente el acarreo a lomos de animales y a través de arrieros. Esta situación se prolonga hasta finales del siglo XIX en que definitivamente se abre el camino carretero por estas tierras de la Marina.
Durante más de 500 años los arrendatarios fueron personas importantes y en muchos casos los administradores cometían fraudes y tenían las instalaciones en un estado total de abandono. En un informe de Septiembre de 1738 acompañado de una relación hecha por varios peritos se destaca lo deteriorados que están “los estanques, calentadores, acequias, muelles y las eras” así como el deterioro en que se encuentra el tejado del salero “ ya que conforme cahia el agua del cielo, dava sobre la sal, de que se siguió notable perdida, y se deshicieron mas de 700 fanegas de sal, que se hallaron de menos, pues dicho tejado estava tan claro, que por las mas partes se vehia el cielo, y la casa que esta separada, se esta cayendo, y no se atreven á habitarla los Administradores por temor de su ruina y la ermita que es más moderna esta deteriorada” . En este informe se cuestiona la gestión de Manuel Gárulo administrador de las salinas calpinas.

En Diciembre de 1760 nuevamente el almacén de la salina necesita diferentes reparos para “impedir la introducción de las aguas y que no se han podido encerrar en el las 2.200 fanegas que se han fabricado este año, por lo que están a la inclemencia y expuestas a robos y mermas”. Los reparos necesarios fueron tasados por Bautista Marco en 5.061 reales de Vellón y 16 maravedíes.
En Enero de 1764 se les exige al administrador Juan Gárulo y al Fiel Interventor Cristóbal de Algarra la obligación acogiéndose a la nueva normativa, de poner un Arca de Intervención con dos llaves para guardar los caudales.
En Septiembre de 1780 el Fiel Interventor Josef Gonzales de Sepúlveda fallece después de diez años de trabajo en estas salinas, dejando a su viuda con dos niñas pequeñas y embarazada teniendo que recurrir ella a instancias superiores solicitando una pensión sobre el Fielato de Calpe ya que no tiene derecho al Montepío de Reales Oficinas y ha quedado en total desamparo y miseria.
A partir de estas fechas la falta de productividad de la salina calpina y la escasez de cosechas hacen que el Administrador General de Valencia proponga en el año 1782 diferentes reparos que son necesarios para su buen funcionamiento. Finalmente y después de varios dictámenes se llega a la consideración de que “ serian inútiles el gasto de esa cantidad, por la mala constitución de las eras y depósitos de la salina, por lo que no tendrían subsistencia las obras, por la falsedad del terreno y haverse planificado la fabrica sin mas arte, que el haverla formado cavando en un llano”.
“A su consecuencia hacemos presente a V.I. que la Salina llamada de Calpe, se halla situada en el termino de la Villa de este nombre, a la orilla del Mar, en un terreno tan sumamente desigual, y arenisco, que con el tiempo, y sin embargo de las continuas, y costosas obras, que se han executado, ha llegado a decaer la fabrica en terminos que no produce, ni para la mitad de los precios comuneros de aquel partido, de modo, que el resto se conduce de las Salinas de la Mata, y sale a la Renta la Sal mucho mas varata que la fabricada en Calpe.
A pesar de las inversiones realizadas la salina no fabrica la sal suficiente para el acopio de los 42 pueblos obligados a surtirse de nuestra salina y que a pesar de tener que traer sal desde la Mata (Torrevieja) esta y con el añadido del transporte, sale más barata que la producida en Calpe.
“con motivo de las continuas lluvias de estos últimos años, nos hizo presente el Administrador General en principios del próximo pasado, que ya se havia deteriorado la Salina, en términos que se hacia preciso repararla formalmente para que fabricase, pero que haciéndose cargo del mucho coste que siempre ha tenido àla Renta el mantenerla, sin embargo de la escasez de sus cosechas, y viendo por otro lado la comodidad de surtir aquel Partido con Sales de la Mata, que por ser de mejor calidad, las apetecen los pueblos, le parecía mas útiles el extinguir la salina de Calpe, y trasladar la Administración à la ciudad de Dènia, que esta inmediata, por ser un Puerto mas seguro y de mas Comercio, à donde acuden la mayor parte de los Vecinos de aquellos Pueblos, como Cavesa de Partido, y al contrario la Playa de Calpe, donde están expuestos los Barcos que conducen la Sal, mientras se hacen las descargas”. Como podemos ver este es el momento – 16 de Abril de 1786- en que formalmente se pide “extinguir” la salina y trasladar la Administración a la vecina población de Denia. La salina calpina había llegado a un grado tal de deterioro que era inviable el arreglarla y las lluvias de los últimos años habían reavivado el problema de las fiebres terciarias al encharcarse las aguas en las balsas abandonadas.
Enterados los de Calpe de la pretensión de la Corona de “abandonar la fabrica de sal ” el sindico provincial general Fernando Boronad y el sindico comunero de la villa de Calpe Jayme Garcia, con fecha 30 de Septiembre de 1786, recurren el informe del Administrador General de la Renta de la salina. Ambos argumentan de los perjuicios a la Real Hacienda al perder una fabrica el Patrimonio Real, y que los vecinos quedarían gravados sin utilidad de la Renta y además redundaría en perjuicio de la salud pública “pues abandonada esta fabrica como en el día lo está, queda una laguna y rebalso de aguas, que corrompidas por la falta de corriente y el calor, infestan los ayres, de estos Paices, de tal forma que son y serán inaguantables las costelaciones de terciarias que padece esta Villa y sus moradores, y según se amenaza en el Acta Medica se padecerán en lo venidero” ......Y para que Vlma. No dude la verdad de este humilde escrito a continuación certifican el Rdo. Cura, Justicia y Medico de esta otra Villa”

Certifican lo expuesto por los dos síndicos, el alcalde Mariano Garulo, el cura de la parroquia de Calpe Pedro Mengual y el médico Josef Perles.
A la vista de la petición de los síndicos calpinos el Intendente del Reino solicita varios informes sobre la situación real de la salina y sobre la situación en que quedarían los pueblos que recibían los acopios de sal de la salina de Calpe, “ se nos ofreció la duda, de si los Pueblos acopiados à Calpe, se combendrian en tomar las sales en Dènia: y encargamos al citado Administrador General escribiese à los Justicias respectivos, para solicitar su condescendencia, y que nos enviase una razón de las ventajas que se seguirían àla Real Hacienda, de abandonar la Salina, y trasladar la administración à Dènia, cotejando el coste de la manutención de aquella, y el de las Sales de la Mata, puestas en dicha ciudad.
En su cumplimiento y con Despacho del Intendente, paso un dependiente de la Ronda à hacer saber àlos 42 pueblos acopiados àla salina de Calpe, si les convendría tomar la Sal de su obligación en la ciudad de Dénia, en caso de trasladarse à ella la Administración y según igual numero de testimonios que acompañan àlas diligencias practicadas en el asunto, resulta que 32 Pueblos, son gustosos en que se trasfiera à Dènia la Administración por seguírseles notables conveniencias; 6 en que se les agregue al Alfoli de Alicante, por su mayor cercanía; y dos al de Gandia, y solamente las Villas de Calpe y Altea, lo resisten à causa de la inmediatez àla Fabrica, donde sus Vecinos tienen Jornales seguros lo mas del año, por las maniobras, y labores que se ofrecen, sirviéndoles de mas perjuicio que utilidad, por que abandonan el cultivo de sus campos, y muchos han vendido considerables porciones”

Prácticamente todos los pueblos están conformes en cambiarse a otros Alfolis (almacenes) vista la mejor calidad de la sal de la Mata, menos los de Calpe y Altea, los primeros pensando en los puestos de trabajo que se pierden y los segundos pensando en la lejanía, aunque más adelante se muestran conformes a cambio que les surtan la sal en la misma población de Altea.
Finalmente, y desde Madrid se dicta resolución el día 12 de Abril de 1787 en el sentido de “ Con reflexión à este Ynforme, y àlos antecedentes que quedan explicados, nos parece: Que ès mui útil, y beneficioso àla Real Hacienda, y àla Villa de Calpe, el que desde luego se inutilice, y extinga la Salina de su termino, allanándola por quenta de la Renta, de modo que se dè corriente à sus aguas, sin peligro de que el revalso de ellas pueda perjudicar àla salud publica, ni aprovecharse de la muera para uso alguno.
Que à su consecuencia se establezca la Administración en la Ciudad de Dènia, pasando a ella con los mismos sueldos que gozan el actual Administrador, Fiel Interventor y Medidor, que son los únicos dependientes que se necesitan, quedando suprimidas las Plazas de Fabricante, y Guarda que hay en Calpe, luego que se destine à otro paraje à los que las sirven, de que cuidaremos, para que se verifique quanto antes este mayor beneficio à la Renta, y entretanto dispondremos que hagan el Servicio en otras Salinas donde haya falta".
Como vemos esta es la partida de defunción de la salina calpina y lo curioso es que proponen destruirla aplanándola y tapando todas sus balsas y acequias, con el argumento de que no se formen charcas y no se reproduzcan las fiebres, pero además en el sentido de que los de Calpe no puedan aprovechar las instalaciones en beneficio propio.

Para dirigir los trabajos de inutilización de la fábrica de sal se traslada a Calpe el Visitador General de la Real Renta de Salinas Don Juan Pérez de Lazarraga, asistido de un escribiente interino y de un ayudante, los cuales contratan cuadrillas de peones y “en 32 días útiles de trabajo he logrado enteramente la destrucción y allanamiento a la referida fabrica, con la mayor perfección, hasta dejar el terreno, o sitio, en la propia disposición que crió naturaleza, e igual a la altura de los campos a su circunferencia, de forma, que quedando como queda, bien cerrada la acequia o conducto, por donde se introducían las aguas en la salina; y que las del invierno las consumirá la tierra".
Esto sucedía en el mes de Agosto de 1787 y como podemos ver, los terrenos que comprendían la fabrica de sal quedan completamente llanos y sus acequias tapadas, a día de hoy desconocemos que sucedió con estos terrenos en los años inmediatos. Ya que sólo 5 años después, En 1792 Josep Cavanilles (descubridor de los mosaicos de los Baños de la Reina) nos dice; "En la llanura contigua a las raíces de Hifac había unas salinas que se abandonaron estos últimos años por creerse causa de las calenturas intermitentes que solían padecerse. Lo cierto es que en años lluviosos se juntan muchas aguas en el recinto llamado del Saladar, y no hallando salida forman pantanos, y se corrompen en verano."Después de lo expuesto por Cavanilles nos da que pensar o bien que no se hizo el trabajo de allanamiento bien o que los de Calpe por su cuenta y riesgo trataron de iniciar nuevamente la salina sin conseguirlo. Posiblemente, pronto tengamos ocasión de encontrar nueva documentación que nos de luz sobre este particular.
El diccionario de Pascual Madoz iniciado en 1834 y finalizado en 1845 en lo referente al saladar calpino expone; "había unas salinas que se abandonaron en el siglo pasado por creerse causa de las calenturas intermitentes que solían padecerse. Todavía en la actualidad se embalsan en aquel recinto, llamado el Saladar, las aguas que provienen de las lluvias, y no hallando salida, forman lagos pantanosos que se corrompen en el verano, con grave detrimento de la salud pública". La forma de exponer la problemática del Saladar calpino por parte de Madoz nos da que pensar que lo único que hace es copiar lo dicho por Cavanilles.
A partir de esta época, la zona del saladar entra en una etapa de deterioro y se convierte en foco de infección por las aguas que se encharcan en los años lluviosos. De hecho, parte de esta zona se llamó hace años la partida "dels Estanys" . Estanques en castellano, esta denominación está hoy completamente olvidada.
El siguiente documento del que tenemos noticia es la subasta de los terrenos del saladar de Calpe en fecha de 1871 y lo curioso es que existe una laguna en el lugar que ocupaban las salinas.
Subasta de las salinas de Calpe en 1871

Núm. 362 del inventario.- Un terreno denominado saladar, situado en término de la villa de Calpe, a la parte del E y a un kilómetro y medio de la población, procedente de sus propios.
Y linda por N. con tierras de los herederos de Benito Boronat, Antonio Tur, Pedro Sala, Juan Ortiz, herederos de Miguel Pastor, herederos de Jaime Boronat, y la de Juan Barber: por E. Con tierras de Antonio Beltrán, Vicente Perles, José Boronat, José Tur, Ursula Beltrán, Joaquín Querol, herederos de Miguel Ferrer, Juan Perles, Miguel Pastor, Jaime Pastor, Miguel Palacio, Francisco Roselló, Ignacio Roselló, Antonio Soria, viuda de Miguel Ivars, herederos de Joaquín Sala y Roque Avargues: por S. Con las de herederos de Antonio Tomás, Joaquín Sala, Vicente Cabrera, herederos de Miguel Pastor y las de Francisco Tur: por el O. Con las de herederos de D. José Feliu, con las de D. Pedro García y el mar.
Este terreno, convertido en una laguna y las partes altas en terreno salitroso y pantanoso, no produce nada ni es susceptible de cultivo alguno, únicamente cría escasos pastos, siendo la sosa la planta que más abunda y cuya superficie es comprensiva de 32 hectáreas, 20 áreas o 80 fanegas, equivalente a 64 jornales, 3 anegadas, 87 brazas.
Los peritos lo tasaron en 800 pesetas, y no produciendo renta alguna, sale a subasta por dicha cantidad.
Fueron peritos D. José Cardona, Agrónomo y José Beltrán, Práctico.

En 1876 la Comisión Hidrográfica levanta un plano de la costa calpina y nuevamente tenemos la salina grafiada en el llano. Este hecho nos reafirma en pensar que alguien con algunos conocimientos trató de poner en funcionamiento la salina durante aquellos años.


El siguiente intento de volver a poner en funcionamiento las salinas es por parte de Vicente Buigues Ferrando, oriundo de la vecina Moraira, experto marino y héroe en el salvamento del trasatlántico italiano Sirio en Cabo de Palos. Aproximadamente al año de la compra, el 14 de Marzo de 1918, Vicente escritura la finca de 44 Hectáreas "plantada parte de viñas, cereales y el resto en casi su totalidad destinada a pastos con una casa de labor" a nombre de sus cinco hijos; José, Vicente, Antonio, Josefa y Hermenegildo. Parte del saladar pertenecía a Juana Signes Costa y a los hermanos Rosa, Josefa y José Salvá Mulet , vecinos todos ellos de Gata de Gorgos que venden a la Sociedad Buigues Hermanos la finca. La compra de estas tierras por parte de Vicente Buigues Ferrando "el ti Marguí", en un principio muy superiores a lo que fue después la explotación salinera, tuvieron un costo de 4400 pesetas. Parte de este lugar ya de por sí llamado el Saladar solía estar las más de las veces encharcado en los años lluviosos y por esta circunstancia proliferaban los mosquitos anofeles portadores de las terciarias. La escasa población de este lugar languidecía y estaba desfallecida por el uso continuado de Sulfato de Quinina que utilizaban para combatir las fiebres. El mismo Vicente Buigues las padeció en su juventud viéndose forzado a emigrar a Cabo de Palos en Cartagena.
Parte de las tierras de las antiguas salinas se habían convertido a finales del siglo XIX en tierras de labor. Para el drenaje de los campos existían dos acequias una a Levante y otra a Poniente. A estas acequias mayores se conectaban otras menores.


Como hemos dicho, Vicente Buigues, padre de los hermanos Buigues inició en 1917 la explotación de la salina que hemos conocido. Este hombre excepcional construyó las nuevas balsas para producir sal arrancando las cepas que habían plantado los anteriores propietarios, construye acequias de canalización de las aguas pluviales y consigue erradicar los temibles mosquitos anofeles que proliferaban en las charcas de agua dulce del saladar, inundando las charcas con agua de mar. El "ti Marguí" ideó un sistema muy ingenioso para que el agua de mar entrara por gravedad en su salina. Aprovechando los restos de tosca de la orilla del mar, construyó unos muros de poca altura y formó balsas, las cuales se llenaban por los impulsos del oleaje. En aquellos años era muy abundante el pescado dentro de la balsa principal, durante bastante tiempo se conservó esta balsa y a veces dejaba pescar a algún amigo suyo.
Su primera cosecha de sal (a mediados de los años 20) no llegó a las dos toneladas y los hombres cortaban las láminas de sal con ganchos formando cuadros y volteándolos con las manos hacían montones.
Sin duda las mejoras más importantes en la salina se produjeron durante la administración de Antonio Buigues Vives hijo de Vicente y que gestionó la empresa de 1940 a 1960.En esa época se construyó una acequia que recorría todo el perímetro exterior de las salinas, se mecanizó con un motor semi-diesel y posteriormente con uno eléctrico la entrada de agua de mar a las salinas, se pusieron molinos nuevos, se construyeron nuevas balsas y se arreglaron las restantes.
Hasta 1972 la familia Buigues explota directamente las salinas. En esas fechas la arriendan a José Sanchis "El Saleroso" de Gandia su mejor cliente. Los "salerosos" Pepe y Andrés Sanchis, gestionan la sal hasta 1988 en que definitivamente deja de funcionar. Durante los años de gestión del Saleroso se encarga de la producción y recolección el hombre de confianza de los Buigues y posteriormente de los Sanchis, José Ortolá Avargues, padre del autor de estas líneas y que a sus 90 años (falleció en Enero de 2008 a los 94 años) era el último hombre en Calpe que sabe "hacer sal"

Las salinas de Calpe fueron declaradas zona marítimo terrestre en 1993 expropiándoselas a sus legítimos propietarios sin compensación alguna. En estas fechas (16 de Abril de 1993) se ha producido una sentencia del Tribunal Supremo anulando el deslinde como zona marítimo terrestre, hecho que a mi entender puede afectar muy directamente al Plan Parcial del Saladar.
El día 8 de Julio de 2004 Costas declara: “En su virtud, la Dirección General de Costas, por delegación de la Excma. Sra. Ministra, ha resuelto: Declarar nula y dejar sin efecto la Orden Ministerial de 8 de enero de 1993, por la que se aprobó el deslinde de los bienes de dominio público marítimo-terrestre en las Salinas de Calpe”.
Lo sorprendente es que ahora Agosto de 2009 Costas esta tramitando un nuevo deslinde de la salina calpina haciendo caso omiso a la sentencia dictada por la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo de fecha 16 de abril de 2003.


ANDRES ORTOLA TOMAS






Paseo por Xátiva

Paseo por la Xátiva histórica

A sólo un centenar de kilómetros de Calpe tenemos una de las poblaciones más fascinantes del antiguo Reino de Valencia y que tiene tres vínculos que la relacionan con nuestra villa. Imposible relatar la monumentalidad y la dilatadísima historia setabense en estas cortas líneas. Tampoco lo es el fin de este artículo que sólo pretende acercarnos un poco más a esta localidad.

Decía que a Calpe la unen tres vínculos a la ciudad de Xátiva. Su patrona, la Virgen de las Nieves –en talla de Mariano Belliure-ubicada en el Altar Mayor de la Colegiata de Santa Maria, cuyas obras duraron más de 300 años y aun permanece incompleta, al faltarle un segundo campanario gemelo del actual.
El Convento de Santa Clara, fundado en Septiembre de 1325 por Saurina de Entenza, segunda mujer de Roger de Lluria y señora de Calpe. Desde Enero de 1351 las monjas clarisas cobraban el tercio de las rentas de Calpe y compartían el señorío con Nicolau de Janvilla, yerno de Saurina. Los calpinos estaban obligados a rendir juramento de fidelidad a la abadesa de las clarisas en reconocimiento de su dominio. En 1482 las monjas llegan a un acuerdo con Guillem de Palafox por el que renuncian a sus derechos sobre Calpe por 60000 sueldos. Este convento se encuentra en la actualidad en la calle Moncada, la más importante de Xátiva.
El tercer vínculo y quizás totalmente desconocido para los calpinos, es la leyenda del eremita Benicolá, que Vicente Llopis comenta en su libro en el capítulo de la “ermita vella”, aunque sitúa su estancia en Oltá en 1116. Pues bien, Benicolá Al Idridi nació en Xátiva aproximadamente en 1195, hijo de un importante comerciante árabe, fue distribuidor de la primera fábrica de papel de Europa, instalada en Xátiva en 1173. En uno de sus viajes por esta zona conoció a una bella doncella mora de la partida Corralets de Oltá, contrajo matrimonio y vino a vivir a Calpe en 1220. Murió el año 1265 y sus restos se supone que están enterrados en la llamada Font de Benicolá.
Xátiva ha sido a lo largo de siglos población importantísima. Especialmente en época árabe en la que llegó a tener más de 30000 habitantes, ellos diseñaron el sistema de riego, con el primer canal de agua potable, crearon mezquitas, zocos y baños. En el año 1150 aparece el primer el primer molino papelero elaborado con paja de arroz de Europa y que da como resultado la fábrica de papel antes comentada.
Con la conquista de Jaume I empieza una nueva época repobladora. La antigua mezquita se convierte en parroquia, se crean conventos, se construye San Felix y el Hospital Real. La ciudad se expande y crece en el siglo XIV, lo que permite iniciar una nueva actividad constructiva: el Convento de los Dominicos, el ya comentado Convento de las clarisas, la iglesia de Sant Pere,etc,. En aquellos años el término de Xátiva era vastísimo y se convirtió en la segunda ciudad más importante del Reino de Valencia. Su castillo se habilita como prisión de estado y se convierte en el más importante de la Corona de Aragón.
En el siglo XV se produce el ascenso al pontificado de los dos únicos papas no italianos antes del actual. Miembros los dos de la legendaria familia Borja. Calixto III-Alfonso de Borja-obsesionado por acabar con el avance otomano y Alejandro VI-Rodrigo de Borja-impulsor de las artes y colaborador en la empresa del descubrimiento. Ambos, tío y sobrino, dejaron profunda huella en la cristiandad. En esta época se publica el primer libro impreso en España gracias a los esfuerzos del setabense Lluis Despuig.
En el siglo XVI nace en Xátiva José de Ribera “El Españoleto” uno de los pintores más destacados de todos los tiempos.
Con la expulsión de los moriscos en 1609, la ciudad padece una grave crisis económica. El estancamiento económico se agravó con la aparición de pestes y por la segunda revuelta agermanada, en la que los setabenses apoyaron claramente al candidato austracista y al vencer en la batalla de Almansa, el lado borbónico marchó sobre Xátiva, consumando una cruel venganza. La quema, saqueo y destrucción de la ciudad y su cambio de nombre por el de Colonia Nueva de San Felipe. Así pagaron sus habitantes el apoyo a Carlos de Austria. De ahí viene el apodo de “socarrats” con el que se conoce popularmente a los setabenses. Aunque estos en venganza colocaron el retrato de Felipe V cabeza abajo en el Museo Municipal y allí está.

Un paseo turístico-cultural nos llevaría desde el Jardín del Beso a la fuente barroca de 25 caños construida en 1794. Cerca, está el antiguo barrio del mercado donde encontraremos el Convento de Sant Onofre y la Iglesia de Sant Pere construida en el siglo XIV. Por la calle Sant Pere llegaremos a la plaza de Alejandro VI, aquí se encuentra la casa natalicia del papa Alejandro VI, nacido en 1431. En el centro de la plaza existe una bella fuente presidiendo el espacio urbano rodeada de casas dieciochescas. Por la calle del Ángel llegaremos a una plaza monumental; la plaza de la Trinidad en ella se sitúa la fuente homónima ejemplar único del siglo XV. A su lado, el exconvento de los Trinitarios. Detrás, el Palacio de Alarcón. Enfrente, la calle Moncada con el Convento de Santa Clara. La calle Moncada, no en vano fue-lo es aún hoy-mudo testigo de los acontecimientos religiosos, civiles y políticos más destacados que se celebran en la ciudad. Por ella desfilaron, nobles, reyes e importantes clérigos. Las fachadas de los edificios están presididas por escudos heráldicos, representando las armas de cada familia.
Muy cerca de la calle Moncada se encuentra la Colegiata de Santa Maria en ella está á imagen de la Virgen de las Nieves. Frente a la Colegiata se encuentra el antiguo hospital, con su fantástica fachada. Fue construido entre el siglo XV y XVI, para albergar a los enfermos y pobres de la ciudad.
Saliendo del hospital y por la calle Corretgeria veremos la plaza del mercado. En esta plaza porticada la mayoría de los edificios son de los siglos XVIII al XIX. Aquí y por privilegio de Jaume I se celebra mercado los martes y los viernes.
El Museo del Almudí instalado en un magnífico edificio pegado al Peso Real. Aquí se exhibe una hermosa pila musulmana del siglo XI, además de piezas arqueológicas de todas las épocas y obras artísticas de numerosos autores.
Si todavía tenemos ánimos, podremos subir al castillo situado en lo alto del monte Vernissa. En nuestro camino nos encontraremos con las ermitas de San José y San Félix, patrón de la ciudad. Con la Nevera, impresionante construcción medieval para almacenar nieve. La Cueva de los Palomos, eremitorio rupestre dedicado a la Virgen. La “Cova de les Gotetes”, gigantesco aljibe árabe construido en el interior de una cavidad rocosa.
Finalmente llegaremos al castillo de Xátiva estructurado en dos partes, el Castillo Mayor a la derecha y el Castillo Menor a la izquierda.
En el Castillo Mayor-aparte de la caminata-tenemos, la Plaza de Armas, la capilla de Santa Maria donde reposan los restos del Conde de Urgel, las prisiones y el último esfuerzo nos llevará hasta un torreón truncado que sirve de mirador. Desde aquí veremos el Castillo Menor y así no hará falta que vayamos.

Andrés Ortolá Tomás









La explosión del pailebot Lezo

LA TRAGEDIA DEL PAILEBOT LEZO


El pailebot Lezo era un buque que se dedicaba al transporte de carga general y que en su último viaje hacía la ruta de Barcelona a Cartagena con carga de cemento principalmente, carburo de calcio y barriles de aceite mineral. Era el mediodía del día 24 de Enero de 1931, cuando se hallaba a la altura de Calpe, cerca del Peñón de Ifach, sufrió una avería que determinó un boquete en el casco. El Lezo por sus propios medios llegó y ancló en la playa de la Fosa y solicito el auxilio del contramaestre José Verdú. Los carabineros destacados en el cuartel de la Fosa inspeccionaron el barco, diciéndoles el patrón que llevaba carga general, entre ella muchos barriles de aceite mineral y bidones de carburo.
Como la vía de agua ponía en peligro de hundimiento al buque, acudieron a prestar auxilio ( a requerimiento del contramaestre) las embarcaciones Santa Isabel y San Jaime ambas de armadores calpinos. La primera, con seis hombres de tripulación y la segunda con siete. Acto seguido, y con la mayor actividad se procedió a descargar las bodegas del Lezo, especialmente una partida considerable de carburo de calcio, pues se temía, con fundamento, que ocurriese una catástrofe si el agua llegaba a hacer contacto con el carburo. No obstante, todas las precauciones observadas por la tripulación y los marineros calpinos que habían acudido al rescate, resultaron vanas al contacto de la llama de uno de los hachones con el gas del carburo. Parece que los marineros, para realizar las faenas de descarga en el fondo de la bodega, donde no existía alumbrado alguno, se valían de hachones, y que una chispa de uno de ellos inflamó el gas acetileno producido por las emanaciones del carburo de calcio. La detonación fue espantosa, seguida de otras varias, y perceptible claramente en varios kilómetros de distancia. Los cristales de muchas casas del pueblo se rompieron. Eran aproximadamente las siete de la tarde y en la casa de Ifach, mi padre y mi tío Andrés estaban cenando para irse a Calpe. Mi abuelo (casero del Peñón) cogió la escopeta y salió a la calle dispuesto a todo. El espectáculo que contemplaron era dantesco, el cielo enrojecido por las llamas de las tres embarcaciones. El mar incendiado en una gran extensión por el aceite esparcido sobre las aguas. Los gritos de dolor de los heridos. Una de las embarcaciones, envuelta en llamas, fue arrastrada por la corriente o por el viento hasta el lugar conocido como el Barranquet en los acantilados del Peñón donde se hundió.


Los carabineros del cuartel de la Fosa que prestan servicio en la zona, acudieron horrorizados en auxilio de los heridos sin que pudiesen hacer nada por encontrarse en la playa. En la oscuridad de la noche trataron de acercarse hasta los puntos más cercanos de la costa, lanzando cables, pero resultaron infructuosos sus esfuerzos.
Con el Lezo desapareció toda su tripulación. El patrón y propietario José Galbeño Escame natural de Málaga y su hijo José Galbeño Santiesteban y cuatro tripulantes más. El hijo del patrón había tenido un grave enfrentamiento con su padre por la forma en que este dirigía las operaciones de descarga.
Manuel Basilio Sabario, motorista del barco San José, se lanzó ocupando una lancha, salvando con gran riesgo de su vida, al pescador José Navarro, único superviviente de la catástrofe.
De la embarcación San Jaime murieron los marineros Antonio Ivars Tur, Celestino Crespo Perez, José Devesa Mañó, José Pastor y Juan Ivars Ronda, todos ellos naturales de Calpe.
Se dio la circunstancia que Celestino Crespo llevaba varios días sin salir a faenar, su esposa Magdalena, se hallaba convaleciente del parto en el que dio a luz a su hija María. Pero, ese fatídico día tuvo que sustituir al patrón Juan Moragues Ausina que se encontraba enfermo.
De la Isabel, murió José Grimalt Pastor y recogieron flotando en el agua el cadáver de Vicente Perles Llobell. Se cuenta que uno de los fallecidos fue volando hasta la orilla de la playa a resultas de la violencia de la explosión.
Algunos de los marineros sufrieron gravísimas heridas. Cuatro de ellos en especial; Miguel Moragues Ausina, Pedro Crespo Roselló, José Navarro Cano y Juan Crespo Avargues.
En principio la comandancia de marina comunicó a Lequeito en Bilbao la noticia de la catástrofe ocurrida en Calpe, pues se suponía que el Lezo era de aquella matrícula y que los tripulantes eran de la localidad de Lequeitio. El Lezo pertenecía a la casa Chacartegui Arrinda y Cia. Y constaba que el pailebote era propiedad del señor Chacartegui y que un hermano suyo lo patroneaba. Lo ocurrido fue que había sido vendido en Octubre de 1928 a un patrón de Málaga ( José Galbeño) y este no se había preocupado de darlo de alta en la comandancia de Málaga.


Después de la honda impresión que produjo la catástrofe en el pueblo de Calpe, se iniciaron diligencias judiciales contra el contramaestre de Calpe, José Perez Verdú- responsable en gran medida- que había ordenado a la Isabel y al San Jaime que prestaran ayuda en la descarga del carburo.
Fue nombrado Juez Instructor del sumario correspondiente, un ayudante de la Comandancia de Marina, el teniente de navío Rogelio Vera.
El contramaestre calpino fue trasladado posteriormente a la vecina localidad de Altea, para apaciguar los ánimos de los afectados en Calpe.
El Lezo fue construido en 1918, pertenecía a la matrícula de San Sebastian. Media de eslora 23,31 metros; manga 6,80 ; puntal 2,80, tonelaje total 99,17 y podía llevar de carga máxima 165 toneladas.
El pailebote Lezo, estaba asegurado por 65.000 pesetas. Las embarcaciones calpinas no estaban aseguradas.
Una catástrofe como esta no acaba al día siguiente, ni en los venideros. La situación en que quedaron los familiares de las victimas, que en su mayoría no contaban con más medios de subsistencia que los proporcionados por el esfuerzo del padre, marido o hijo, que han perecido en el siniestro. En este caso, quedaron sin recursos siete familias, perdiéndose diariamente 500 pesetas que valía la pesca que traían. La prensa de la época pide que se haga una suscripción a nivel nacional para ayudar a las familias de los afectados que han quedado -casi todos- en la más absoluta miseria. Este llamamiento dio sus frutos y el propio Comandante de Marina Enrique Rodriguez colaboró con 55 pesetas; El Segundo Comandante Francisco Molina con 30; Fernando Reus, 15; la Aociación de navieros y Consignatarios, 500; el Pósito de Pescadores de Calpe con 100; el Presidente, 150. Así mismo muchos calpinos donaron dentro de sus posibilidades. El día 27 de Febrero se había conseguido recaudar 4.337,05 pesetas. Cantidad bastante considerable para la época.

Andrés Ortolá Tomás
















Las ventas en el Collado de Calpe

Las ventas del Collado de Calpe


La literatura sobre las antiguas ventas y el carácter de los venteros nos ha dejado frecuentes alusiones a la incomodidad de los alojamientos y la mala calaña de los venteros. Numerosos testimonios nos hablan de la pervivencia y la mala calidad, tanto del lugar en si como de lo que en el se ofrecía.
La mala fama de ventas y mesones, aguijada por la animadversión popular, había quedado plasmada en refranes, anécdotas y cuentecillos orales.
Un lugar común en casi todos los relatos es la imposibilidad de hallar en las ventas un lugar decente y cómodo en que dormir: generalmente el viajero ha de acostarse en el suelo, en una tabla, o pasar la noche sentado junto al fuego.


En cuanto a lo que se ofrecía en las ventas para comer, el refranero popular acusaba a los venteros con “vender gato por liebre” o “echar un asno en adobo y venderlo por ternera”.
El siguiente relato de un viajero, que llegado a una venta y pide que comer, no habiendo nada, le pide a la ventera unas piedras para una sopa de piedras. Con lo cual "picó" la curiosidad de la ventera.
“No auiendo que comer en vna venta, vn passagero se dexo dezir, que él haría vn guisado de piedras; dixo la Ventera, que se holgaría mucho de saber tal curiosidad; pidió el vnas piedras, y lauólas, y luego pidió azeyte para freírlas, diéronsele. Luego pidió cebollas, ajos, cominos, especias, y vnos huevos, con su sal, y pimienta, y hizo vn guisado que, arrojando las piedras, se le comió”
Las primeras noticias que tenemos de las ventas del Collado de Calpe, corresponden al año de 1853 y se trata del “Ytinerario de Catarroja a Alicante por Alcoy y de Alicante al mismo punto de partida por el litoral ejecutado por los capitanes del cuerpo de E. M. del Ejercito Don Nicolás Lloret y Reimer y Don Manuel Cortés y Morales”. En el itinerario de Altea a Calpe los dos capitanes nos van relatando al minuto lo que encuentran en el camino o alrededor de el. A la hora y 28 minutos (desde Altea) se encuentran en el fondo del barranco del Collado y principian la subida. Tres minutos después llegan al “ventorrillo” como ellos lo denominan y casa de carabineros ( los carabineros se habían establecido en el Collado en 1833) . Once minutos más tarde ( una hora y 42 minutos) coronan el Collado. En total han tardado 14 minutos exactos, lo cual no se corresponde con las crónicas de años más tarde, en que todos decían que se tardaba una hora en hacer el recorrido. Posiblemente en la reforma que se ejecuta para hacer el camino carretero (en carta de 19 de Febrero de 1880, se especifica que “ la construcción de un camino de carros en el Collado de Calpe con el carácter de interino mientras no se termina la construcción del puente del Mascarat”) y quizás los peraltes para un camino carretero no son los mismos que uno de herradura y se desvía con el fin de suavizar las curvas. En el proyecto de presupuesto se consignan 12.150 pesetas para el movimiento de 10.300 metros cúbicos de tierra y piedras. Por tanto cuando los militares hacen el recorrido se trataba de un camino de herradura.

Todo esto nos lleva a la conclusión de que ambos capitanes iban a caballo y no a pie.
Si como ellos relatan, “ ventorrillo a derecha y casa de carabineros a la izquierda” podemos sacar la conclusión de que se están refiriendo a lo que posteriormente hemos conocido como Venta de la Morena y Casas de Mayans y no otra supuesta venta más abajo.
Posiblemente, la venta reseñada por los militares sea la de Pepa Rocoti y que posteriormente fuese adquirida por Damian Sanchis Perles (Miaño de Bou) y que este podría haber vendido o alquilado a Cayo Román Mate (1841-19..) cuando apareció por estas tierras a principios de 1870. Aunque en el Censo Electoral de Febrero de 1871 no aparece como votante. Si lo hace en el de Abril de 1892, con una edad de 52 años. No sabe leer, ni escribir.

Recuerdo que mi padre me contó que cuando trabajaba en la cantera de la Mola iba a medias con Miguel Ivars (Roch) y me imagino que le contarían (todos los hermanos Roch habían sido carabineros) lo de la venta el Figerol que estaba en el Collado en la época anterior a la Morena y podría ser la de Miaño de Bou. A los carabineros les llevaban los suministros en caballerias. Muchos de ellos se dedicaban a la pesca con dinamita, vendiendo el pescado (transportado a lomos de un burro) al arriero Miguel de Chocolate.
En el Catastro de 1893 (el primero de Calpe) aparece Cayo Román como propietario de dos casas en el Collado. Una con una renta de 72 pesetas y la otra con sólo 3.

Si el titular de la venta es Cayo Román, es posible que fuese comprada después de casarse Cayo con María Perles Más (la Morena) nacida en Calpe en 1849 y que muere -ya viuda- en 1924 a los 75 años de edad. Recién casados ambos, deciden alquilar o comprar, la venta que estaba a los pies del camino de herradura y que muy pocos años después se convertiría en carretero, con lo cual el trasiego de viajeros iba a ser muy superior. Aunque la inversión estaba condicionada a corto plazo con la construcción del puente.
Si tenemos en cuenta que su hija Cándida nace en 1873 (su madre María tenía sólo 24 años) debían haberse casado en los años 1870-72. Posiblemente al nuevo matrimonio no le gustase el nombre de su establecimiento ¿Figerol? Y lo cambiasen por otro más atractivo de La Morena.
Por otra parte, la venta seguía existiendo en 1893 a pesar de que el puente estaba terminado y ya no pasaba nadie por el Collado. Lo cual obliga a Cayo a construir una nueva venta en el Collado de la Canuta. Pero eso es otra historia.

Andrés Ortolá Tomás