Seguidores

viernes, 22 de octubre de 2010

Calpe, años 1940-50

APUNTES DE LA VIDA CALPINA EN LOS AÑOS 1940-50


Los años 40 trajeron consigo una vuelta a muchos aspectos de la vida religiosa. El número de personas que asistía a misa aumentó, se reconstruyeron muchos edificios religiosos y subieron todos los índices relacionados con la práctica religiosa. En 1942 estaban en pleno apogeo las nuevas misiones populares dedicadas a la cristianización masiva, que continuarían funcionando durante más de una década. Se edificaron seminarios por toda España, aunque el número de seminaristas no creció de forma destacada hasta 1945, después de que esta nueva religiosidad tuviera tiempo de asentarse.
Uno de los aspectos más asombrosos de la España de la posguerra fue la nueva introducción de ritos religiosos en los aspectos más formales de la vida.


La religión era un elemento natural de la vida social; las Navidades con los Belenes y las cabalgatas de los Reyes Magos; las conferencias cuaresmales y ejercicios espirituales abiertos o cerrados; novenas; las procesiones de Semana Santa; las procesiones eucarísticas y para el viático a los enfermos; los rosarios de la aurora; las procesiones del Sagrado Corazón de Jesús; las romerías a la Virgen; las fiestas de la Patrona, los actos religiosos de cofradías y hermandades... Todo el año estaba acompañado de alguna manifestación religiosa pública.
Estaba muy mal visto el trabajar en el campo los domingos, incluso llegando a prohibirlo.
Los que antes eran indiferentes ahora oían misa y observaban ciertos ritos ya fuera por la presión, por conveniencia, por convicción o por un nuevo sentido de conformismo social.
A principios de los cuarenta se editaba en Calpe un Semanario Parroquial confeccionado por el cura Vicente Llopis. Eran los años de una fuerte emigración de nuestros pescadores hacia los puertos de Andalucía. Principalmente, Málaga, Puerto de Sta. María, Huelva etc., En estas hojas parroquiales se daba cuenta de las pocas noticias que sucedían en Calpe en aquellos años; arreglos de alguna calle, nacimientos, defunciones y cualquier noticia de interés para nuestra localidad. Naturalmente, las consignas sobre la moral por parte del señor cura eran frecuentes.
A principios del mes de Octubre de 1943 se lamentaban de que “ De los noventa y tantos barcos que tenemos, sólo once (cuatro veleros y siete motores) pescaran este año en Calpe, y quizá en día no lejano sintamos el dolor de vernos privados de todos. Así se explica la escasa población de Calpe, que pudiendo tener más de 4.000 almas, no llega en la actualidad a las 2.000”.
En Enero de 1944 nos visitó el Ministro de Gracia y Justicia que se alojó en el Parador de Ifach “ con un distinguido y nutrido séquito”. El día de reyes el Ministro asistió a misa de 12. Ese día las barcas salieron a faenar, cosa que no fue de agrado del señor cura. “Con honda pena vimos salir a pescar el día de Reyes, siendo de precepto y teniendo al Ministro en casa. ¡ Que inconsecuencia! Sólo pueden pescar unos ocho días al mes; casi siempre están amarradas, y sin embargo, con frecuencia vemos que salen en días de precepto. ¿Y la lógica? ¿Y el sentido común? La presencia del señor Ministro no fue motivo suficiente para hacer desistir a los dueños de las embarcaciones y patrones de este descabellado propósito.”
“La ley de 13-VII-40 sobre el descanso dominical, en su artículo cuarto apartado f) sólo permite en día de precepto la pesca de temporada, y el arrastre no es de esta clase.”
“La ley divina y la humana lo prohíben. El señor Cura ha estado un año insistiendo sobre lo mismo en la predicación parroquial y campaña pro santificación de fiestas. ¡Todo es inútil! Fracasada la ley de Dios y de los hombres, desobedecido el Párroco y burladas las circunstancias”. Sin embargo el señor Ministro “había quedado hondamente impresionado al ver que todos los fieles participaban en la liturgia.”
En Marzo del 44, el párroco clamaba contra los familiares de algunos enfermos que le impedían visitar a estos. “En este apostolado hemos recibido las más vergonzosas humillaciones. Familias que se tienen por cristianas, nos han prohibido la entrada a los enfermos. Muchas veces, ya en la puerta de la habitación, se nos ha ahuyentado como si fuéramos la misma muerte. “Si usted entrara se moriría el enfermo.” “ No hable fuerte para que el paciente no lo oiga.” “Es muy nervioso y la vista de la sotana le daría un ataque.” “No suba, que todavía está en sus sentidos cabales”, etc., etc.
Estas y otras expresiones más vergonzosas y repugnantes hemos tenido que soportar por amor a las almas.”
En Febrero de 1945 nuestro párroco hacia una serie de recomendaciones a los calpinos; una de las más curiosas es la referente a montar en bicicleta por parte de las féminas. Dice así; “Sólo como medio necesario de locomoción se permite a la mujer subir en bicicleta. La modestia cristiana y el recato femenino, condenan la práctica contraria. Una dolorosa realidad nos dice que en los pueblos pequeños el paso de una mujer en bicicleta levanta una gran polvareda de requiebros y conversaciones indecentes en los hombres, críticas en las gentes y justas protestas en los temerosos de Dios. No, usted no consienta nunca que sus hijas suban y se confundan con las más o menos, ¿eh? Cómpreles devocionarios y no bicicletas.”
Una muy conocida señora de nuestra villa recibió amenazas de excomunión por parte del párroco por montar en bicicleta en reiteradas ocasiones haciendo caso omiso a las recomendaciones del cura.
La mujeres no podían asistir a misa sin mangas o sin medias y mucho menos, sin cubrirse la cabeza.
Otras “recomendaciones” por parte del párroco eran; que los novios “van agarrados de la mano o del brazo, por la calle, con evidente daño de la decencia pública y peligro de tentaciones impuras para los mismos actores y para los jóvenes y niños.”
Más adelante manifiesta; “Pecan los padres que consienten que los novios vayan solos por lugares apartados y desiertos, y más todavía cuando han caído las sombras de la noche. En nombre de Dios exigimos que los padres abran los ojos y tengan muy en cuenta los graves peligros a que exponen a sus hijos cuando los dejan asistir, solos, a los cinematógrafos o a películas que la censura religiosa señala como impropias para ellos.”
En lo referente a los bailes; “Los bailes, en sí, son ciertamente indiferentes, es decir, ni buenos ni malos. Pero, según se realizan en nuestros tiempos, nunca están completamente inmunes de peligro de pecado. El trato más libre entre personas de diverso sexo, el acercamiento de los cuerpos de hombre y mujer, el tocamiento de manos, la excitación de los nervios por el uso de las bebidas alcohólicas, la oscuridad de la noche etc...,siempre llevan peligro... Por tanto, se deben desaconsejar a todos.”
Y no digamos bañarse ambos sexos juntos. “Hemos podido comprobar que, en las piscinas, se cometen especiales abusos contra la moral. Mientras no se señalen horarios o piscinas distintas para hombres y mujeres, la asistencia de los católicos a ellas constituye una abominación execrable a los ojos de Dios y de la Iglesia.”
Nos preguntamos que pensaría el reverendo Llopis si se paseara por las playas e incluso por las calles calpinas y viera señoras en bikini que folleto en mano admiraran nuestra población. Aunque peor lo pasarían nuestros abuelos que 40 años antes de estas ordenanzas, se tenían que conformar con ver una rodilla o que una mujer levantara el brazo sin depilar imaginándose cosas.

Andrés Ortolá Tomás






1 comentario:

Frank Belt dijo...

Gracias por este artículo costumbrista tan entrañable. Muestra cómo era la gran influencia de la iglesia en la sociedad. Una iglesia tremendamente migigata que en poco tiempo sería relegada casi al olvido. En Navarra sucedió algo parecido