En el Archivo del Reino de Valencia se conserva un curioso documento en el que varios vecinos de Calpe piden la Insaculación de todos los cargos municipales debido a la caótica situación que se vivía en aquellos días en nuestra Villa. En un país marcado por la debilidad política, con enormes problemas económicos y sociales. Esta disyuntiva se convirtió en un callejón sin salida, que llevo al país a la inestabilidad continua y a la quiebra absoluta. La propuesta resumiendo dice así:
José Avargues de Roque, Domingo Ortiz, Francisco Zaragoza, Pedro Boronat, y Roque Martínez vecinos y labradores de Calpe.
Que en la expresada villa son tales y tanto los debates y contiendas que se suscitan por las elecciones de justicia que han llegado a dividir al pueblo en facciones y partidos tan acalorados que producen los mas fatales consecuencias cuyos resultados funestos es además el entorpecimiento de los negocios públicos, y la falta notable de la mas recta administración de justicia, por que no se administra con toda aquella imparcialidad que corresponde por hallarse estancados los oficios en la facción y partido mas dominante que siempre procuran tener en sujeción a los demás, he impiden que los honores y cargas, circulen como deben, entre todos los vecinos. Para redimir tales y tantos males, no parece hay otro arbitrio que la insaculación. Remedio saludable para disipar facciones y partidos, y para que la justicia y gobierno de los pueblos se pongan sin acepción de personas en aquellos que sean mas a propósito para desempeñar tan importantes cargos y mantener y conservar el orden publico, y la tranquilidad de la familia …..
Estos vecinos nos dicen que la Villa de Calpe la componen 300 vecinos ( unos 1300 habitantes) de ellos más de 110 son terratenientes y solicitan la insaculación (remedio saludable para disipar facciones y partidos, dicen ellos) por 5 años.
Este documento fue dirigido al rey Fernando VII y lleva fecha del día 4 de Abril de 1815.
La elección por insaculación nos puede resultar hoy en día chocante, pero durante siglos ha funcionado en España y en algunos lugares funcionaba así; "Cada año, en primero día del mes de enero , se reunían en el ayuntamiento, como lo an de uso y costumbre, los miembros del cabildo saliente, acompañados del cura. Y una vez reunidos y en presencia del escribano que tomaba nota de todo ( dixeron que por quanto oy es día de año nuebo y es costumbre azer tal dia como oy la elecçión de alcaldes hordinarios y demás oficios) se sacaba un arca guardada durante todo el año que contenía un cántaro dentro del cual había unas bolas de cera. En el interior de cada bola, estaba el nombre de un vecino de la villa. Se abría primero el arca con dos llaves: una la custodiaban los alcaldes ordinarios y la otra el cura párroco. Se extraía el cántaro, que a su vez se abría con las llaves que asímismo guardaban los alcaldes y el cura: mandaban abrir dicho cántaro y abiéndolo abierto por sus merçedes, mandaban que un niño de edad inocente sacase una boleta por el qual niño se sacaba y sacada por el dicho cura se abria la dicha boleta y dezía el nombre del siguiente alcalde en amarillo con mas botos. La persona así elegida se sometía a la confirmación de los miembros del ayuntamiento allí presentes: todos unánimes y conformes dixeron no tener ynpedimento alguno por lo cual quedava eleto por alcalde hordinario desta billa.Y abiendo acabado dicha eleçión mandavan bolber dicho cántaro a la dicha arca y la çerraban y se entregavan las llabes.
De igual forma, se procedía a la elección del segundo alcalde ordinario. El procedimiento de insaculación, como acabamos de ver, consistía en un sorteo, y servía para elegir cada año a los alcaldes ordinarios. Pero en este sorteo no podían participar todos, pues dentro de las boletas de cera guardadas en el cántaro de las insaculaciones sólo estaban los nombres de los "poderosos, o sea, los labradores ricos, (que) tendían a monopolizar los cargos. Se formaban pandillas y bandos, se falseaban las elecciones, incluso había choques armados. A continuación, se elegían los demás miembros del cabildo por cooptación, es decir, los cargos salientes elegían a sus sucesores, siempre dentro del reducido número de personas que formaban la élite dirigente de la villa.
Por último, se llamaba a los elegidos para comunicarles el resultado de la elección, pedir su aceptación del cargo y efectuar la consiguiente entrega de varas de mando.
Andrés Ortolá Tomás
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