Desde tiempo inmemorial los montes de Calpe habían pertenecido al común, a los Propios de la Villa, y por lo tanto, eran propiedad de todos los vecinos de la localidad, hecho que les garantizaba el uso y disfrute de los mismos en franquicia. Este aprovechamiento colectivo, libre y gratuito, permitía a los locales apacentar ganados, cortar leñas... sin tener que abonar cantidad alguna, a diferencia de los ganaderos forasteros que se veían obligados a hacer entregas dinerarias al Ayuntamiento por número de cabezas y días de estancia, si sus ganados se adentraban en estos parajes comunales.
Como señalamos al estudiar las cuentas de Propios de la primera mitad del siglo XIX, las cantidades ingresadas en el consistorio por tal concepto eran insignificantes, y el cargo puesto al cobro por el Ayuntamiento calpino entre los ganaderos locales por derechos de “herbatge” ascendía a la exigua cantidad de noventa reales.
La desamortización de bienes y tierras en España a lo largo del siglo XIX marcó uno de los sucesos más importantes de su historia. La compra de bienes desamortizados por las burgueses y otros sectores acomodados dio lugar una estructura clasista de la cual surgió una nueva elite de poder.
Por lo tanto, cambió fundamentalmente las estructuras económicas, sociales, y políticas de sus municipios.
La desamortización en España refiere a una serie de leyes que hicieron posible la venta de bienes y propiedades pertenecientes a ‘manos muertas’, o entidades que no las podían vender como la iglesia, la corona, la nobleza o los municipios. La venta de fincas rústicas y urbanas, de gran parte del patrimonio de la iglesia y de los bienes de las instituciones civiles, en subastas públicas a lo largo del siglo XIX constituyen el gran proceso desamortizador.
Los antecedentes del proceso tienen sus raíces en los últimos años del siglo XVIII durante la época del rey Carlos IV y su ministro de hacienda, Godoy. En general, el proceso se puede separar en dos épocas: la desamortización de Mendizábal (1834-55) y la desamortización de Madoz (1855-74). Juan Álvarez Mendizábal y Pascual Madoz jugaron los papeles protagonistas en el proceso que puso en circulación casi la mitad de las propiedades eclesiásticas y civiles en España.
La desamortización fue resultado de una multiplicidad de factores entre los que destaca el persistente endeudamiento del Estado, al que tuvieron que enfrentarse Godoy y Mendizábal. El Estado se encontraba en una situación en la que no había suficiente dinero para saldar la Deuda Pública más los intereses. Además, las cuatro guerras (una con Portugal, otra con Francia y dos contra Inglaterra) habían debilitado la Hacienda hasta tal punto que no había más remedio que empezar la venta de algunas de sus propiedades.
Pascual Madoz e Ibáñez es nombrado Ministro de Hacienda en Enero de 1855, y su política se inspira en el espíritu liberal que incorpora el proceso de reconversión de bienes de las manos muertas en nacionales.
La Ley de Desamortización de 1 de Mayo de 1855, en su primer artículo establecía la declaración en estado de venta de “todos los predios rústicos y urbanos, censos y foros pertenecientes: al Estado, al Clero, a las órdenes militares de Santiago, Alcántara, Calatrava, Montesa, y San Juan de Jerusalén; a cofradías, obras pías y santuarios; al secuestro del ex infante don Carlos, a los propios y comunes de los pueblos, a la beneficencia, a la Inquisición Pública, y cualesquiera otros pertenecientes a manos muertas, ya estén o no mandados vender por leyes anteriores”.
Las condiciones establecidas por esta ley diferían de las establecidas por Mendizábal. El articulado preveía su venta en pública subasta, mediante quince pagos anuales en catorce años. A través de esta normativa se fraguó la gran operación desamortizadora que, suspendida en Septiembre de 1856 y reinstaurada en Octubre de 1858, perduró hasta finales del siglo XIX.
Los bienes pertenecientes a los municipios no eran muy extensos en nuestra provincia, pero su enajenación supuso la privatización de unos derechos comunes, hecho que fue en perjuicio de muchos humildes campesinos y ganaderos que no contaban con medios económicos para acudir y pujar en las subastas públicas.
Los montes comunales calpinos, Ifach y las sierras de Toix, y Oltá, no escapan al proceso desamortizador. En la actualidad, el único monte comunal que todavía se encuentra bajo ttitularidad estatal es el del Cepellar. Según testimonio de un vecino de avanzada edad, dicha sierra no fue enajenada por error administrativo. No podemos ofrecer ningún argumento documental que apoye tal afirmación.
Según el Padre Llopis, el Peñón de Ifach fue subastado en el año 1862. Nuestro afán investigador persigue las huellas de tal aportación. Y esperamos en nuestro tercer libro – abordará el estudio de las tierras y propietarios del llamado cuartel del Sur- poder finalmente documentar tal efeméride.
El día 1 de Octubre de 1860 la Junta Superior de Bienes Nacionales celebra la subasta pública de los montes Toix y Oltá. En el año anterior se habían dictado las disposiciones para la clasificación de los Montes Públicos, a confeccionar por el Cuerpo de Ingenieros del ramo.
La descripción del Monte Toix reza así, según documento original de la Junta Superior:
“Un monte denominado Toix, en término de Calpe, perteneciente a los Propios, lindante por Norte con camino del mar y tierras de Antonio Jorro y Castelló y Miguel Torres, hasta la entrada del barranco llamado “Estrecho”. Este, con tierras de Miguel Mengual y Francisco Roselló hasta la desembocadura del mar; y Sur y Oeste barranco del Collado de Calpe hasta desembocadura del mar, término de Altea y camino que dirige a este pueblo con algunas propiedades dentro de su límite, compuesto de 797 fanegadas”.
La tasación realizada por el Cuerpo de Ingenieros asciende a la cantidad de 3.124 reales, con un valor de capitalización de 1.687 reales y cincuenta céntimos.
Quedando convocada la apertura de subasta en el valor de tasación la finca fue adjudicada a don José Zaragoza Thous por 11.675 reales a pagar en diez plazos. El día 31 de Octubre del mismo año se aprobaba por la Junta Superior la cesión del remate por el adjudicatario a favor de don José Zaragoza Benimeli por el mismo valor.
La descripción del Monte Oltá reza según documento:
“Un monte denominado Oltá, en término de Calpe, procedente de los Propios, lindante por Norte con término de Benissa y tierras de Pedro Crespo; Este, con la viuda de José Perles y Damián Ribes; Sur, con las de Joaquín Ivars Costa, Matías Pastor, Pedro Juan Pérez; Oeste, con término de Benissa y tierras de la viuda de don Antonio Torres. Tiene una pequeña fuente conocida por la de la Ermita Vieja con algunas propiedades dentro de sus límites, comprensivo de 264 fanegadas”.
La tasación realizada por el Cuerpo de Ingenieros asciende a la cantidad de 8.270 reales, con un valor de capitalización de 3.375 reales.
Quedando convocada la apertura de subasta en el valor de tasación la finca fue adjudicada a don José Zaragoza Thous por 13.300 reales a pagar en diez plazos. El día 31 de Octubre del mismo año se aprobaba por la Junta Superior la cesión del remate por el adjudicatario a favor de don José Zaragoza Benimeli por el mismo montante.
Según los valores finales de los remates podemos calcular que el Monte Toix fue adjudicado por un valor final, sobre el de tasación, del 273,7%, y el Monte Oltá del 60,8%. Ambos porcentajes inducen a pensar que las subastas fueron concurridas en sus pujas, y que en el caso de Oltá, el alto valor inicial de tasación impidió un mayor incremento diferencial con el de adjudicación.
En nuestra addenda “Sangre y dulzaina”, dentro del capítulo de estampas políticas calpinas del siglo XIX, hemos hecho cumplida referencia a la figura de don José Zaragoza Benimeli, propietario final de los antiguos montes del común de Calpe. Don José Zaragoza fue Alcalde de la Villa entre 1849 y 1854, abogado y comerciante, intuimos falleció en estado de soltería. A las subastas acudiría en su representación su primo, don José Zaragoza Thous, a su vez hijo del Alcalde asesinado en Calpe en el año 1843, don Francisco Zaragoza Jorro.
El fallecimiento de don José Zaragoza Benimeli acontecería algunos años después, siendo todas sus propiedades calpinas heredadas por su madre, doña Rosalía Benimeli y Gorgoll, oriunda de Altea. Ella, a su vez, testaría a favor de su única hija, doña Josefa Zaragoza Benimelí quien finalmente quedaría como beneficiaria de las originarias heredades de su hermano José. El día 19 de Noviembre de 1885, ante el Notario de Altea, comparecen la mencionada Josefa Zaragoza y el labrador benisero, domiciliado en Calpe, Juan Ivars Bertomeu, apodado “Violí”, y en ese acto se verifica la venta de los montes de Toix y Oltá a favor del segundo. El precio confesado de la compraventa es de 1.250 pesetas por cada uno, esto es, 2.500 pesetas.
Las superficies consignadas en los títulos de adquisición de los predios, simplemente copiadas de las tasaciones efectuadas por el cuerpo de ingenieros, presentaban importantes defectos de cabida. De hecho, el avance catastral de rústica de 1916 otorga a todas las tierras en Oltá, adquiridas por Juan de “Violí”, una superficie total de 893.771 metros cuadrados, área total que, aún en la actualidad, se nos antoja menor a la real. Juan Ivars Bertomeu se convertía en el principal terrateniente de Calpe, propietario de un 8-10% de la superficie total del término calpino, a pesar de su humilde origen de campesino de la benisera partida de Pinos.
En pocos años, pasaría a convertirse en su primer contribuyente. Como no podía ser de otra manera, en 1891 lo hallamos documentado como Alcalde Presidente del consistorio.
Sobre sus nuevas fincas edificó corrales, que sepamos hasta tres anejos, a la vez que edificaba posteriormente algunas casas de campo para sus vástagos. Hacia 1906 adquiere diversos solares en la calle Alicante, en los cuales levantaría el popular Hostal del Violí. Habitualmente habitaba su gran vivienda rural, hoy en ruinas, localizada en un bello llano de la falda de Oltá, a escasos metros de la fuente denominada de la Ermita Vieja, también, como hemos visto, de su propiedad. En los llanos próximos a Ifach Juan cuenta con extensas heredades; de hecho los terrenos donde Ernesto Quesada levantara su inolvidable Villa Madrid también pertenecieron a nuestros hombre, vendidas al agente artístico por sus descendientes en 1927. Hasta treinta y cuatro fincas a repartir entre sus herederos, acaecida su muerte, ya viudo, en 1923, a la edad de 82 años, a causa de una nefritis.
Pocos meses antes de verificarse su fallecimiento, el 11 de Marzo de 1923, Juan Ivars Bertomeu comparece ante notario, para “no dar lugar a que sus bienes sufran depreciación alguna por no poder atender a su cuidado, dado su avanzada edad y su quebrantada salud, y evitar así el perjuicio que causaría a sus hijos.”
Entre sus disposiciones dona a éstos en concepto de herencia anticipada todos los que les corresponden en esas operaciones, reservándose el usufructo vitalicio, y a su vez, sus hijos corresponden al acto de su padre, cediéndole el usufructo de los bienes que percibieron por herencia de su finada madre. Entre sus últimas voluntades destacamos la que previene su fallecimiento, y que se manifiesta en la petición a sus hijos de que “inviertan la cantidad de 500 pesetas para el nicho en que sea depositado su cadáver y el entierro, y si algo sobrare lo invertirán en sufragio del alma del donante en misas rezadas”.
Repartidas las tierras de Oltá entre cuatro de sus hijos, se adelanta a cualquier disputa o controversia entre ellos, y así manifiesta que “doña Josefa Teresa Ivars Ribes tiene derecho a que su ganado salga de su establo para ir al monte por el punto señalado en las tierras adjudicadas a los hermanos José Ivars Ribes por las de doña María Josefa Bordes Ribes. Que la fuente que nace en las tierras adjudicadas a doña María Dolores Ivars Ribes tienen de derecho los comparecientes a servirse de dicha agua para beber, y además doña Josefa Teresa Ivars Ribes tiene derecho a que en dicha fuente abreve el ganado de la misma. Que en la era que se halla dentro de las tierras adjudicadas a don Bautista Ivars Ribes tiene derecho a trillar en ellas en la forma acostumbrada sus hermanos doña María Josefa y don Juan Bordes Ribes y don Juan Antonio Ivars Ribes.
Y que todos los interesados vienen obligados a respetarse los caminos que tienen señalados entre los mismos.”
NOTA.- Nuestro agradecimiento a Isabel y Teresa Ivars Ausina, “Violinas”, que generosamente han abierto para nosotros su extenso y valioso archivo privado y familiar.
Del libro Calpe, Tierra y Almas de José L. Luri y José A. Sala
No hay comentarios:
Publicar un comentario